jueves, 5 de noviembre de 2009

Las correcciones


Acabo de terminar de leer este libro y estoy impresionado por su calidad. Cada día es más difícil encontrar buenas historias y, sobre todo, personajes creíbles y entrañables. No tenía muchas referencias del estadounidense Jonathan Franzen y sólo sabía de la exitosa recepción que tuvo con esta obra. Un día encontré Las correcciones en la sección de ofertas y la compré por curiosidad. Estuvo acumulando polvo en mi estantería de libros nuevos durante largos meses, hasta que me decidí a leerla. Me fascinan los libros que son un mundo en sí mismo, porque de inmediato me remiten a los autores clásicos, expertos en el arte del relato (algo fácil en teoría, pero en lo que fallan muchísimos). Y la ficción de Franzen cumple con los requisitos de esos viejos -y grandes- narradores: una historia central (los Lambert) y estupendas historias complementarias (cada componente de esa familia es un mundo aparte). El retrato que este escritor nacido en Chicago hace de los Lambert es francamente cruel y corrosivo, pero pese a que los personajes tienen defectos tan patentes y en ocasiones es fácil odiarlos, al final uno llega a comprenderlos porque no son caricaturas o meros esbozos: son de carne y hueso. Aunque todos los comentarios que he leído acerca de esta ficción hablan de que el perfil de los Lambert corresponde a la típica familia norteamericana de los años 90, sería absurdo circunscribir sus alcances a lo que ocurre en un sólo país. Franzen muestra con todo su patetismo que los lazos familiares se tornan cada día más febles; que los anhelos y expectativas de los padres respecto de sus hijos sólo son eso; que las decepciones abundan y el camino está tapizado de sueños rotos; y que la vida exige correcciones diarias.

Puede resultar deprimente el tema de fondo, pero el humor y la ironía están presentes en todo el desarrollo de la novela. Imperdible en este sentido es la lucha verbal entre una pareja de ancianos sueca y noruega. Los Nygren no se cansan de alabar las virtudes del pueblo noruego (culto, serio, etc.), hasta que un sueco, hartado de la soberbia de sus vecinos se despacha la siguiente declaración: "¿Saben ustedes que hasta cien años Noruega era una colonia sueca?".

Quizás lo más flojo de la historia es el episodio de Chip (el hijo intelectual de los Lambert) en Lituania, pero nada más. El resto, es literatura de la mejor clase. Puntuación: ****1/2

Jonathan Franzen

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