miércoles, 18 de noviembre de 2009

Degas


Después del semi-fiasco del libro de Modigliani (ilustraciones espectaculares y texto muy pobre y mal editado), decidí reconciliarme con Taschen y probar suerte con el pintor de bailarinas y carreras de caballos. Edward Degas nunca me había llamado particularmente la atención, quizás por su temática demasiado limitada, pero ahora que estoy pintando con pastel seco volví a revisar su obra. Compré un libro en formato pequeño sin mayores expectativas que tener al alcance de la mano unas fotografías de pinturas nítidas y brillantes, sin embargo, en esta oportunidad los textos no tenían nada de decorativo. Con una edición aceptable, redacción fluida y notas interesantes, este libro se hace corto. Más bien el lector queda con gusto a poco; con ganas de saber más acerca de este notable pintor que rehusó a que su pintura se la considerara impresionista, pero que para nosotros su arte está indisolublemente unido al prestigioso grupo que formaron algún día Monet, Manet, Bazille y compañía.

En este libro queda claro que a Degas no le gustaba el paisaje y que optó por los retratos y los gráciles movimientos de bailarinas en actitud de descanso; también que las líneas de su pincel son más sólidas (me refiero a que no están tan diluidas) que la de sus congéneres; que su colorido es sobrio y elegante; y que dignificó al pastel como una técnica tan válida como cualquier otra. En este sentido todo un acierto de Taschen de incluir numerosos cuadros al pastel, sin olvidar los impresionantes dibujos del artista que tomó al pie de la letra un consejo que le dio uno de sus mentores cuando quiso transformarse en pintor: "dibujar líneas y trazos todo el tiempo" .

En definitiva, una obra exploratoria que vale la pena revisar con detalle y atesorar. Puntuación: ****

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