martes, 29 de diciembre de 2009

500 Autorretratos

Ya lo dije en una oportunidad: soy un fanático de los buenos libros de pintura. En esta Navidad parece que alguien se percató de ese detalle y me regaló 500 Autorretratos (Phaidon). Más que decir “ya lo leí”, debo decir “ya lo vi”. Es un volumen tamaño bolsillo y portada rústica, pero que cumple en lo que realmente importa: las ilustraciones (claras, brillantes y a todo color). El texto introductorio es revelador, sin embargo un poco escueto si se piensa que el libro sólo lo componen las imágenes de las obras, nada más.


El primer autorretrato del presente volumen está fechado hacia el 2.350 a.C. (del artista egipcio Ni-Ankh-Pth) que corresponde a un detalle del relieve de una tumba. De ahí en adelante –el último autorretrato seleccionado data de 1997- desfilarán toda clase de artistas y, aquí lo interesante, toda clase de técnicas. Es decir, no sólo hay obras en óleo, sino también en pastel, lápiz, acuarela, carboncillo, fotografía, escultura, técnicas mixtas, etc. Diversidad que ayuda a brindar un muy buen panorama del desarrollo de esta temática tan particular y que, de paso, nos ayuda a conocer la imagen que de sí mismos tienen los propios creadores.

Por supuesto, aparecen los autorretratos imprescindibles en cualquier compilación de este tipo: Ticiano, Van Gogh, Rembrandt, Picasso, Da Vinci, Renoir, Cezanne, Dalí y tantos otros. Pero lo interesante de esta publicación es que no se queda en los “grandes éxitos”, sino que incorpora las obras de artistas antiguos y modernos no tan conocidos (al menos para el gran público) pero igualmente valiosos. En este segmento podemos destacar sobresalientes autorretratos de pintores como Giulo Romano, Lambert Lombard, Carel Fabritius, Léon Spilliaert y Giorgio Morandi.

Ahora bien, yo sé que en gustos no hay nada escrito, pero también tengo mi lista de favoritos: me encantó el efecto de la luz sobre el rostro de Tintoretto; los atractivos azules difuminados del pastel de Maurice Quentin De La Tour; los puros y fuertes colores utilizados por Alexei Jawlensky; el autorretrato con capa de Picasso; la armonía cromática de la obra de Rothko; el hombre desesperado de Courbet y el enigmático autorretrato con cigarrillo de Edvard Munch.

Lo fascinante de este tipo de libros es que estimulan la curiosidad del lector por conocer todavía más sobre la obra de los artistas que aparecen en este compilado. Es justamente ésa la manera como podemos sacarle el máximo provecho a este encantador libro editado por Phaidon. Un detalle anecdótico es la rara sensación del lector de sentirse observado por los artistas; rostros con miradas desafiantes, inseguras, desconfiadas, alegres y no pocos que buscan evadir una mirada frontal. Recomendable no sólo para los amantes del arte. Puntuación: ****

Maurice Quentin De La Tour


Edvard Munch

Tintoretto

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